lunes, 30 de noviembre de 2009

Artículo.

Buenos días - así le dije a mi amigo Guille- , bueno ¿vamos a enfrentarnos a una ducha de agua extraída del iceberg cercano a la cama?, ¡Guille!, ¡Guille!, y por última vez, ¡Guille!, pero mi amigo del alma no contestaba, no creo que este dormido –me dije a mi mismo- tal vez tiene un sueño profundo. Decidí que lo mejor sería llamar a Claudia, nuestra cuidadora, ella es alta, guapa, morena, retrato actual de la Diosa, Cleopatra, bueno y no me entretengo en pensar cómo es ¿tendrán razón las mujeres? ¿Los hombres sólo pensamos en lo que pensamos? ¿Mi amigo no se ha despertado?, pues no, y yo estoy aquí especulando sobre mi Cleopatra particular.
Hola Claudia, es que creo que Guille no se despierta, -le dije en tono tristón y con cara de pena-, ella llamó al doctor y le tomó el pulso a mi amigo, no estaba en su mejor momento, parecía frío como la ducha que yo pretendía tomar, sus ojos eran del tono de unas uvas pero no moscatel, no, sino unas uvas tintas, sus dedos se asemejaban a los de un esquimal sin guantes, tras miles de miradas entre Claudia, el doctor y por supuesto yo, pese a mis ojos pegados por las legañas matutinas, pensamos que lo mejor sería realizar un entierro, pero no uno cualquiera sino un funeral rodeado de personas con problemas de movilidad, personas que teníamos que desplazarnos y ser asistidos por otras almas bondadosas y admirables.
Bueno, el entierro tuvo lugar en un cementerio de mi gran ciudad: Málaga, nos conseguimos desplazar mis compañeros/as y yo en un autobús ordinario, sin ningún tipo de ayuda de acceso al mismo, tan sólo contábamos con nuestra pena, también, con los brazos y las mañas de los/as monitores/as que nos ayudaban a tomar y a dejar nuestros asientos para enfrentarnos a una nube de inseguridad, de dolor, de angustia y sobretodo de impotencia social. Pero os preguntaréis: ¿impotencia social?, ¿qué tiene esto que ver con la muerte de mi amigo?, pues bien os contestaré sin rodeos, sin adornos, sin flores y sin capullos, mi impotencia surge de la muerte No Natural de mi mejor amigo, compañero de penas y de risas, de felicidad y de dolor…, este murió con unos cortes en la muñeca, unos cortes que consiguieron que su vida se esfumase junto con su alma.
Se me olvidó señalar que ayer mientras dábamos un paseo en nuestra silla de ruedas, silbando a las chicas que por allí pasaban, se cruzó justo delante nuestra el amor platónico de mi amigo, le dije que la saludase, pero él en tono avergonzado no quiso, hasta que le convencí, la saludó, y ella no tuvo otras palabras más amables hacia Guille que: ¡No me saludes en público que me da vergüenza!, el pobre se fue a la Residencia agotado, dolorido, Impotente, pues a esto se le sumaba la reciente muerte de su única familia biológica en el mundo, su madre.
¿La sociedad minusvalidista existirá hasta el fin de los días para llevarse literal o subjetivamente a personas del calibre de Guille? ¿Querrá acabar también conmigo? Si no acaba la sociedad ya acabará la falta de subvenciones para que el agua fría de la ducha endurezca mis músculos, para que mis monitores se queden sin brazos sólo con el afán de llevarnos a pasear…

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